La formación, no es un objeto ajeno a la empresa, sino que es la herramienta para conseguir los objetivos y un recurso para mejorar el rendimiento, potenciando, principalmente, tres vertientes: conocimiento, gestión y actitud. En este sentido, la formación no debe ser una colección de actividades y acciones aisladas, que se aplican por automatismo en el día a día, sino que tiene que ser una herramienta de cambio y mejora continuada. La definición de una estrategia y una visión clara del punto de destino, son elementos fundamentales para encontrar sentido a implementar esta mejora continuada dentro de tu estrategia empresarial.