En los inicios de esta década, tras multitud de encuestas, análisis, debates en empresas de diferentes sectores. Un estudio realizado por el Grupo Gallup, observó que, las personas que forman una organización se sentían más afectadas por sus jefes directos que por la propia empresa. Concluyendo que “era mejor trabajar para un buen jefe en una mala empresa, que trabajar para una buena empresa con un mal jefe”. Y que a menudo la primera razón principal de un cambio de empleo es por una mala relación con el jefe directo.

Si hay algo que nos demuestra este estudio, es que solo un líder puede ser quien revierta esa situación. Por norma general, cuando se selecciona o promociona empleados hacia un puesto de responsabilidad, o con personal a su cargo. Se descuida la faceta más humana, entre los requisitos indispensables para el cargo. motivacion

El proceso suele transcurrir de la siguiente forma:  “tiene conocimientos, títulos, experiencia y habilidades… podrá ser un buen jefe y encajará en el puesto.” Ciertamente un buen líder debe ser buen en los aspectos técnicos, pero mejor aún en su función de desarrollo de personas, sacando así, su parte más humana. Tal y como nos recordaba Peter Senge, (director del centro de aprendizaje organizacional del MIT), “todos los directores y gerentes tienen que ser especialistas en personas. Por lo tanto, la gente que debiera estar desarrollando personas, ayudándoles a crecer, son los directores. Se podría decir que ser director es ser director de recursos humanos.”

En la mayoría de procesos de selección se suele simplificar en una palabra: MOTIVACIÓN. “Sea capaz de motivar a sus empleados sin embargo, hay una afirmación muy descriptiva de un buen líder que dice , no hace falta motivar a empleados, pues todos llegamos realmente motivados a nuestro primer día de trabajo ¡Hay que evitar que se desmotiven!