En nuestro país, la industria del turismo sostiene 2,7 millones de puestos de trabajo de manera directa e indirecta, según el World Travel & Tourism Council (WTTC). A pesar de esta magnitud, existen problemas estructurales en el empleo turístico que se han ido agravando en los últimos años: pérdida de profesionalidad, salarios poco competitivos, poco interés por la formación, no interés por el capital humano, falta de formación. Así pues, ¿nos encontramos con un sector tan positivo cómo parece?
Tal y como establece el WTTC, asociación que agrupa a la mayoría de compañías multinacionales turísticas, “la industria turística emplea, directamente, en España más personas que cualquier otro sector, excepto la educación y el comercio minorista”.
En otras palabras, del porcentaje de trabajadores ocupados sobre el total de la economía española, el sector turístico genera, el 15,3% del empleo total en España.
No menos importante, añadir que por cada trabajo creado directamente en el sector turístico en España, otros dos puestos son creados de manera indirecta o inducida, siendo estos vínculos más fuertes que en los sectores de la agricultura o la educación, por ejemplo.
Sin embargo, cabe recordar que una parte muy importante del empleo generado por el sector turístico es de carácter estacional y se concentra principalmente en los meses de verano.
Así, la campaña de verano 2017, que incluye los meses de junio a septiembre, generó cerca de 990.000 contratos de trabajo, lo que supuso un 13% más respecto al ejercicio anterior.
La oferta turística se caracteriza, por la escasez de servicios complementarios. En la actualidad, el alojamiento y la restauración comprenden la mayor parte de la oferta del sector, sin que exista una plena implantación de otros servicios colaterales. El reconocimiento de la importancia de esta oferta de carácter complementario para fidelizar al visitante, por cuanto le facilita la posibilidad de personalizar y protagonizar su propio ocio y, por tanto, para alargar su visita, está llevando a los agentes del sector a implementar las primeras ofertas de este tipo en la provincia de Jaén, las cuales deben servir como revulsivo a otras empresas.
La oferta de servicios turísticos se ve influenciada, por una adaptación ineficiente de las empresas del sector a la realidad del mercado, fruto de los cambios cíclicos que experimenta el mismo. Las oscilaciones de la demanda a largo plazo y la estacionalidad existente en el corto plazo, determinan continuos cambios en la capacidad de oferta de las empresas; cambios que, por no ser duraderos, dan lugar a una adaptación parcial a la nueva realidad que en cada momento se va imponiendo, lo que dificulta sobremanera el logro de la capacidad óptima de prestación del servicio.
La consecuencia lógica de las deficiencias estructurales a las que se ha hecho referencia no es otra que la baja competitividad del sector, elemento fundamental que obstaculiza su desarrollo, máxime si se tiene en cuenta la existencia de mercados cercanos —caracterizados por una fuerte capacidad de atracción—, así como por la intensificación de los flujos turísticos del exterior como consecuencia de nuestra plena integración en Europa. Hay que destacar, asimismo, la importancia que reviste la calidad de los servicios y la oferta complementaria, como variables estratégicas determinantes del grado de competitividad, cuestiones éstas que incluso son previas a la discusión sobre el precio.
La forma en la que se estructura y organiza los flujos de visitantes, los cuales, se distribuyen en el espacio de forma heterogénea. Este hecho, que se observa sobre todo en el caso del turismo de naturaleza, da lugar a la aparición de espacios congestionados —sobre todo en determinadas épocas del año—, junto a otros prácticamente inexplotados. En este sentido, la administración está empezando a poner en marcha mecanismos que permitan descongestionar las zonas saturadas, a la vez que poner en valor otras de igual o mayor riqueza paisajística hasta ahora poco conocidas.